y las gotas de agua resbalan por mi cara,
recuerdo todo el daño que infligí en tu maltrecho corazón.
Esa nube de melancolía me hace viajar años atrás,
al día en el que la lluvia perpetua comenzó.
Antes de eso, todo era luz y color,
pero después de aquel error,
todo se tornó gris.
De nada servía llevar paraguas o chubasquero,
la lluvia siempre me calaba.
Por más que intentase ignorarla, y seguir con mi vida,
siempre me encontraba,
da igual si había un techo sobre mi cabeza, o si estaba en plena calle:
la lluvia implacable caía sobre mi,
una y otra vez.
Con cada nueva gota que toca mi piel,
recuerdo tus ojos llenos de dolor,
tu expresión rota por la decepción,
tu corazón dejando de latir.
Hoy te vi.
No tuve el valor de hablarte.
Han pasado años de aquel nefasto día,
pero necesito alejar de mi esta lluvia,
que día a día me tortura.
Aún guardo tu foto y un dirección de mail.
Borracho, en la oscuridad de la noche,
y en la seguridad de mi casa,
decido escribirte.
Vomité palabras sin sentido,
y entre ellas la verdad más absoluta que jamás he dicho:
"Perdóname, lo siento."
No pude evitar deshacerme en lágrimas.
Días después, con tu infinita luz,
en un momento devolviste el color,
de un soplido, echaste de mi todas las nubes de tormenta,
y volviste a traer la calma
a mi ser.
"No te preocupes, pasó hace mucho,
y ya te perdoné".
MRM.